Me asomo a la oscuridad de la realidad,
que acecha en cada esquina
cuando uno la imagina.
No la busco, ella me encuentra.
La acaricio sin dudar y sin pensar
cuando todo parece que va a terminar.
Después se aleja en mi despertar,
con mi mente abierta y mis ojos cerrados,
buscando el sonido de la vida.
Sintonía de un nuevo amanecer,
diferente y vacío de oscuridad.
Intento encontrar soluciones
a problemas anteriores,
que siempre son los mismos.
Deseos y metas postergadas,
que una vez más se alejan.
No hay milagros, ni formulas mágicas,
tan solo voluntad, esfuerzo
y dejarse ayudar para poderlo lograr.
Y llegar a ser al fin libre,
para mañana buscar nuevos caminos,
antes bloqueados o ignorados.
Nuevos límites o retos aparentemente inalcanzables.
No buscar solo como fin la felicidad.
Ya no es tan importante…
Pues al final siempre es intermitente,
al igual que sucede con la tristeza y la pena.
Tratar de lograr la paz con uno mismo.
Perdonarme por no haber alcanzado algunos deseos,
y esforzarme por conseguir los que aún es posible.
Sin importar el final, tan solo buscar sinceramente,
para así alcanzar la tranquilidad,
ese punto medio deseado entre felicidad y estabilidad.
Cerca, muy cerca…
Más allá de donde muchos no escuchan apenas,
podemos encontrar formulas milagrosas.
Palabras de sabiduría de aquellos seres que tanto nos conocen, y lo sabemos...
Pero los subestimamos con frecuencia…
Son nuestros amigos, (Los de verdad)
y nuestra familia, (No todos)
que pueden atravesar con facilidad nuestras barreras para ser felices,
impuestas por nosotros mismos sin apenas darnos cuenta:
El miedo, el orgullo, la autocompasión y la pereza de la promesa del mañana.
Tarde o temprano llegará,
no importa tanto el éxito,
importa la derrota
y aprender de las caidas
Lo importante es el camino,
el esfuerzo lo hará posible.
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